jueves, abril 14, 2005

El Mismo Pecado



Una mujer fue a confesar un pecado con el padre de la Iglesia por séptima vez, incluso el mismo pecado una y otra vez; había hecho el amor con un hombre con el que no estaba casada. Así que el padre dijo :
¿Ha cometido el pecado siete veces o solo una?
Ella dijo:
Solo una
Así que él le dijo:
¿Entonces por qué sigue confesándolo?
Ya se ha confesado siete veces
Ella respondió:
¡Me encanta hablar de ello! ¡Es tan hermoso tan sólo expresarlo!
* * *
No son pocos quienes se confiesan muchas veces por el mismo pecado. Lo que es mas, son mayoría los que se confiesan para seguir pecando. Es cómodo pasar toda la semana acumulando "errores", para después un domingo cualquiera, en una suerte de sortilegio, y tras repetir automáticamente unas cuantas frases hechas, liberarse de culpas y pecados sancionados.
Seguramente la sensación de pecado de la mujer residía, no en haber hecho el amor sin estar casada, sino en haber llegado al sexo sin el permiso que otorga la ley de los hombres.
Hacer el amor solo requiere permiso divino, y si Dios es amor, todo lo que se hace en nombre del amor no sólo tiene permiso de Dios sino que es Dios mismo.
La idea del pecado es el reconocimiento implícito de la hipocresía en que vive el hombre. Todo lo que se hace bajo supuestos que no corresponden a la verdad , es pecado.
La tragedia de la pobre mujer estaba en que necesitaba seguir haciendo sexo, sin poder amar. No es sólo un drama, es también el drama de muchos, que tienen que legitimizar sus actos con las leyes humanas, porque carecen de la fuerza moral que deriva de la pureza de todo lo que es natural.
Desde que el hombre vive en un mundo de símbolos y definiciones, alejándose cada vez más de su condición natural, tendrá que recurrir a una moral ajena para poder sobrevivir a una vida de engaños.
Nadie tiene que decirnos lo que es malo y lo que es bueno, si asumimos el compromiso total con lo que hacemos. Nunca tendríamos la necesidad de hacernos perdonar, si fuésemos completamente conscientes de nuestras acciones.
Por eso los orientales, meditativos y profundos afirman sentenciosos que el verdadero pecado es la ignorancia.
La mujer de la historia, como otros tantos, están convencidos de que el pecado esta en hacer el sexo sin estar casado, cuado deben entender que el verdadero pecado está en hacer sexo sin amor. ¡Pero qué difícil es saber cuándo se ama!...

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