martes, mayo 31, 2005

EL LADRON DE GALLETAS

Una mujer cuyo vuelo estaba retrasado esperaba en el aeropuerto. Buscando maneras de matar el tiempo, se compró un paquete de galletas y procedió a buscar un asiento libre en la sala de espera. Lamentamos el retraso de nuestro vuelo. En breves momentos podrán abordar el avión”.
La chica se encontraba totalmente concentrada en la lectura de un libro, pero no pudo menos que notar que el caballero sentado a su lado introdujo descaradamente la mano en el paquete de galletas y se sirvió muy alegremente una o dos. Ella fingió ignorarlo, para evitar un enfrentamiento.
Siguió leyendo, comiendo galletas y mirando continuamente el reloj mientras el atrevido ladrón de galletas seguía engulléndoselas con avidez. A medida que transcurrían los minutos, la indignación de la mujer crecía más y más. Exclamó para sus adentros: "Sí no fuera una persona amable y educada , me levantaría y le daría una buena cachetada".
Con cada galleta que se servía el atrevido ladrón, ella se servía otra. Cuando ya no quedaba sino una sola, ella se preguntó qué iría a hacer este sinvergüenza. Con una risita nerviosa él tomó la galleta, la partió por la mitad y se la ofreció. Sorprendida por la poca vergüenza del joven, le arrebató la mitad y pensó: "Qué descarado, y el canalla ni siquiera se ha dignado a darme las gracias". Aliviada escuchó el llamado a abordar la aeronave.
“Aeromerica anuncia la salida de su vuelo 101 con destino a Chicago. Sírvanse pasar a la sala de embarque para abordar el avión”.
Tomando su equipaje de mano se dirigió a la sala de embarque, ignorando al ingrato comilón.
Al abordar el avión se instaló cómodamente en el asiento que había reservado y se dispuso a continuar la lectura de su libro. Al abrir su bolso para buscarlo, vio con horror que allí estaba el paquete de galletas que había comprado, aún intacto. "Si las mías están aquí y ni siquiera están abiertas, quiere decir que las que nos comimos entre los dos eran de ese señor, y que las compartió conmigo". En ese momento cayó en cuenta que la grosera, la ingrata y la ladrona había sido ella. Demasiado tarde para pedir disculpas.....
Muchas veces juzgamos a los demás con demasiada rapidez. Debemos analizar con sumo cuidado nuestra forma de reaccionar ante supuestas faltas. Hay personas que ya se han creado el hábito de pensar mal de otros, de acusar y pronunciar sentencia sin saber ni la mitad de los detalles y sin tomarse la más mínima molestia de averiguar los posibles motivos que podrían justificar su comportamiento.Si quieres ser feliz, amigo mío, aprende a buscar lo bueno en la gente y trata las ofensas con un corazón lleno de comprensión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Disculpa. pero eso no lo escribio Giacosa en www.informalisimo.com???

habria que darle credito y no firmarlo como tuyo si no lo es!

Clarissa dijo...

Hola,creo que te confundes,supones k tambien el señor Guillermo Giacosa lo escribio? por favor...no me hagas reir...y darme credito de estas historias ....porfavor ...ya estoy riendoo ....jejeje, y gracias a Dios ellas las encuentro en libros.